Afganistán historia, política y economía
Desde que Irak fue ocupado, Afganistán ha pasado de moda y nadie habla de él. Si queréis saber qué pasa ahora allí ir a links y entrad en Institute for Afghan Studies, hay artículos muy interesantes escritos por intelectuales afganos. Kami, un chico persa que estaba con las tropas españolas en Afganistán nos mandó también un mensaje. Eduardo de Francisco que llegó a Afganistán para hacerse cargo de la logística de Médicos sin Fronteras nos hizo llegar su crónica, pero, desgraciadamente ya ha regresado después de los atentados sufridos por MSF. A continuación podéis leer la comunicación de retirada de MSF como consecuencia del asesinato de cinco de sus miembros en Afganistán. Hubo elecciones en octubre y Amnistía Internacional nos mandó un comunicado que podéis leer más abajo.
Reconstruido en agosto 2019
Foto wikipedia También ASDHA nos hizo llegar, septiembre 2004, en catalán, sus consideraciones que reproducimos para que las leáis. Ricardo Macián, el director del documental Los Ojos de Ariana, nos mandó su crónica a su regreso a Afganistán, son noticias de primera mano y frescas. Incluyo una cronología histórica que os puede interesar, está en catalán y es fácil de entender. El profesor Z. Tarzi es el hermano de una mujer afgana que aparece en uno de mis libros, mi compañera de residencia en Teherán: Homa Tarzi. Las crónicas más recientes son las que me manda Núria Fernández desde Kabul y que encontraréis más abajo. Estuve en Frankfurt en enero de 2005, con la familia de Sardar Mohammad Wali Youssof, su esposa y sus hijos, protagonistas de mi libro Un invierno en Kandahar. Me contaron que en el palacio de Kabul comparten vivienda el nuevo presidente electo Karzai y su familia, y el antiguo rey Zaher. El anciano Zaher Shah vive con su primo Abdul Wali, que había sido ministro de la guerra durante su reinado (40 años en el trono). El rey es un respetable y venerado anciano y Abdul Wali va en silla de ruedas. Es lo que queda de una monarquía que consiguió mantener la paz durante décadas pero no supo modernizar el país. Los alquileres en Kabul están por las nubes debido a la afluencia de occidentales que trabajan para ejércitos, ONGs, etc. Volví a Frankfurt en junio de 2006, mi amiga Hassina, hija del antes mencionado Mohammad Wali Youssof, está haciendo las maletas para volver a Kabul después de 25 años de ausencia. Está emocionada y a la vez asustada. En julio recibo un mensaje diciendo que ya ha llegado y que la han recibido con una fiesta como las de antes.
Funda la Universidad de Kabul, la primera universidad moderna del país, y las mujeres adquieren el derecho a recibir educación. En 1973, mientras el rey estaba de viaje por Italia, su primo Daud promueve un golpe de estado incruento, destrona al rey y proclama la república de la que será presidente. Este fue el principio del desastre que precipitaría al país a la guerra civil después de la invasión soviética y la resistencia del pueblo afgano.
Cronología (en catalán) por Ana Mª Briongos
loya jirga La Loya Jirga o asamblea de notables de todas las tribus se ha reunido en Kabul: Los delegados (1500), entre los cuales había 200 mujeres, han elegido al jefe del Estado, decido la estructura del Gobierno de transición así como nombrado a los ministro. El nuevo gobierno tendrá una permanencia de 18 meses, después habrá elecciones.
¿Qué es la
Loya Jirga? En 1747 se reunió en Kandahar una de las más famosas loya jirga, en ella los jefes de tribu debían elegir un rey. Después de nueve días de debate eligieron para ser rey al único hombre que no había abierto la boca en todo ese tiempo. Era Ahmad Shah Durrani, el hombre que fundó el Estado de Afganistán. En la loya jirga de 1928 el rey Amanullah pidió a la reina, su esposa, que se quitara el velo para acelerar el apoyo a sus reformas modernizadoras pero eso fue demasiado para los reunidos y fomentaron una rebelión. En 1964 la loya jirga se reunió para redactar la constitución.
Afganistán aprueba una nueva Constitución que convierte al país en una república islámica. La Loia Jirga o asamblea de notables, formada por 502 delegados y reunida en Kabul desde el 14 de diciembre, aprobó el 4 de enero del 2004 una nueva Constitución para 'Afganistán. La nueva Carta Magna, de 160 artículos, establece: UNA REPÚBLICA ISLÁMICA Afganistán será, a partir de ahora, una república islámica y, como tal, las leyes del país no podrán ser contrarias al Islam, aunque se permitirá la práctica de otras religiones minoritarias. UN RÉGIMEN PRESIDENCIALISTA Afganistán tendrá un régimen presidencialista muy fuerte. El presidente elegido por el pueblo a través de las urnas será también comandante en jefe de las fuerzas armadas y la persona que escogerá a los ministros del gobierno y a los miembros del Tribunal Supremo, aunque el nombramiento de estos últimos deberá ser ratificado por la Asamblea Nacional. De esta manera el actual presidente afgano, Hamid Kazrai, se sale con la suya ya que defendía un modelo presidencialista duro debido a que se encuentra en la actualidad debilitado por el poder de los señores de la guerra que controlan buena parte de Afganistán y que desoyen las órdenes del gobierno de Kabul hasta el punto de negarse a transferir los ingresos que obtienen en concepto de aduanas en las fronteras de sus territorios. Con un sistema presidencialista muy rígido se terminaría con todos estos problemas, pero también se corre el riesgo de que en las elecciones del próximo julio 2004 gane un partido fundamentalista. DOS VICEPRESIDENCIAS El presidente afgano tendrá dos vicepresidentes/as, i no uno, como establecía el borrador inicial de la Constitución. El cambio se interpreta como una concesión a los partidos fundamentalistas que presionaban para poderse asegurar una parcela de poder aún en el caso de que pierdan las elecciones del julio. De hecho durante la discussión de la nueva Constitución en laf Loia Jirga, estos partidos radicales incluso defendían la posibilidad de que hubiera cuatro vicepresidentes en vez de dos. UNA ASAMBLEA NACIONAL Y UN SENADO Una asamblea nacional elegida por sufragio universal y un Senado formado en parte por ancianos escogidos de forma indirecta, constituirán el poder legislativo. LA IGUALDAD DE LA MUJER Y DEL HOMBRE ANTE LA LEY La nueva Constitución establece que la mujer y el hombre son iguales ante la ley aunque el borrador inicial de la Carta Magna no incluía ninguna referencia respecto de la igualdad de los sexos . La introducción de esta aclaración responde a la presión ejercida por las mujeres afganas durante los últimos meses: a principios de septiembre, por ejemplo, mujeres de diferentes regiones de Afganistán se reunieron en Kandahar para redactar un conjunto de enmiendas a la Constitución referentes al género. De la misma manera las cien mujeres que han participado directamente en la Loia Jirga han jugado un papel crucial en el transcurso de la discusión de la nueva constitución. DOS LENGUAS La nueva Constitución fija dos lenguas oficiales para todo el país, el dari i el pashtu, pero en algunas zonas esta cooficialidad se compartirá con otras lenguas minoritarias, como el uzbeko.
Buzkashi, el deporte nacional afgano Consiste en dos equipos de jinetes o chapandoz en un campo de aproximadamente dos kilómetros de longitud. Los jugadores de cada equipo no se diferencian en el color de su camiseta, sino que parecen conocerse. El objetivo del juego es conducir el boz, que es una vaca sin cabeza y sin extremidades, desde un extremo del campo al otro. Los integrantes de ambos equipos pugnan para llevarse el cuerpo de la vaca al centro del terreno de juego.
Es un juego muy violento ya que no tiene mayores reglas y los jinetes terminan envueltos en verdaderas batallas sangrientas. Tampoco hay árbitros por lo que el resultado depende sólo de los jugadores. Para el jinete la recompensa es el prestigio que puede tener ante el resto de sus pares. Los capitanes, denominados chapandaz, con turbantes y barbas negras, llegan al terreno de juego con fusiles Kalashnikov al hombro y guardaespaldas y se dan la mano antes de empezar el partido. Durante la dictadura religiosa de los talibanes la práctica de este juego estuvo prohibida y es desde la caída del régimen talibán que ha vuelto a practicarse todos los viernes en Kabul.
Diario de Kabul de Núria Fernández 19 de Julio de 2007 El próximo día 21 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Paz. Un día que quiere ser un ejemplo a seguir para los restantes 364 días del año; un día decretado oficialmente por todos los países miembros de Naciones Unidas en 2001; un día que surgió de la inspiración y el sueño utópico de Jeremy Gilley. A principios del mes de julio empezó a correr la voz en Kabul de que Jude Law, actor de cine británico, se encontraba en la ciudad. El rumor era cierto. Se había desplazado hasta Afganistán como embajador de buena voluntad para promover la campaña “Peace One Day”. No es que una servidora sea muy cinéfila pero claro… esto de tener a estrellas de Hollywood paseándose por las calles sin asfaltar de Kabul… no pasa todos los días, con lo cual no dudé en asistir a la rueda de prensa que Jeremy Gilley y Jude Law dieron en complejo de UNAMA (United Nations Assitance Mission for Afghanistan) el 19 de julio. Escritor y director de documentales, Jeremy Gilley tuvo en 1999 la idea de instaurar un día en el que todos aquellos países sumidos en conflictos respetaran un alto el fuego y en que todos en general aplicaran el principio de no-violencia. A partir de entonces se ha dedicado a rodar documentales, viajar por el mundo y entrevistarse con más de 33.000 personas con tal de difundir su iniciativa. Ha elegido Afganistán para finalizar, precisamente el día 21 de septiembre, el rodaje de un largometraje que se filmará en cerca de 50 países y que resumirá los esfuerzos que ha venido realizando desde hace 8 años para que la mayor cantidad de gente posible sepa qué valor tiene el día 21 de septiembre. Según explicaba en Kabul, ha elegido Afganistán porque éste es un país en el que trabajan muchas organizaciones internacionales llevando a cabo labores de ayuda humanitaria, organizaciones que, según él, transmiten un mensaje de esperanza a la gente. Durante su visita de menos de una semana, Gilley y Law visitaron las sedes del Comité Internacional de la Cruz Roja, UNAMA, la Media Luna Afgana, ISAF (siglas en ingles para la coalición militar internacional), la sede de la Unión Europea, un hospital y una escuela en Jalalabad, campos de retornados, un PRT (siglas en inglés para Equipo de Reconstrucción Provincial), el Ministerio de Educación afgano, las embajadas británica y canadiense… para inspirar a la gente con la que se entrevistaron y hacer una llamada a la acción. La pregunta que lanzaron a todos ellos y que nos lanzan a todos nosotros es: “¿Y tú? ¿Qué vas a hacer por la PAZ el día 21 de septiembre?”. Que Jude Law fuera elegido como embajador de buena voluntad para venir a Afganistán obedece más al impacto que su presencia aquí puede tener en el extranjero que no al revuelo que causa él entre el público afgano, para quien es prácticamente un desconocido. Al iniciar su turno en la rueda de prensa, el primer periodista afgano en tomar la palabra en la sala le pidió precisamente que se presentara brevemente y explicara dónde había rodado sus películas. Jude Law explicó su presencia en Kabul con las siguientes palabras: “-Para poder inspirar a la gente, necesitamos ver acción; hemos venido a Afganistán para pedir a organizaciones e individuos que lleven a cavo acciones para que así, lo que sucede en Afganistán inspire al mundo entero y aporte un mensaje de esperanza”.
Como extranjera que vive y trabaja en Kabul, para mí la presencia de Law y Gilley en Afganistán no se reduce únicamente al papel que juegan ambos como iniciador y promotores de la campaña acerca del Día Mundial de la Paz. Su estancia aquí de una semana también tiene una segunda vertiente: la de transmitir un mensaje de normalidad acerca de cómo transcurre la vida en Afganistán. La de transmitir un mensaje de belleza, esperanza y, básicamente, de normalidad. Ambos fueron interrogados a cerca de sus impresiones y sensaciones por encontrarse en un país con una situación de seguridad volátil como éste y hasta qué punto se habían sentido seguros. Los dos admitieron haber estado pre-condicionados por la imagen que los medios de comunicación transmiten y por tanto preocupados por su propia seguridad y añadieron que se hallaban gratamente sorprendidos por lo que habían visto durante su estancia en Afganistán, queriendo difundir el mensaje de que éste es un país lleno de esperanza. La rueda de prensa terminó en el jardín del complejo de UNAMA, con Jude Law rodando un anuncio para la televisión afgana junto con actores locales para publicitar el Día Mundial de la Paz. El hecho de que Jude Law sea un personaje poco conocido aquí es natural, pues los afganos siguen de cerca y con devoción lo que se estrena en Bollywood, gracias a las copias piratas que se encuentran en las muchas tiendas de DVDs.; pero el cine europeo y americano les cae más lejos… a excepción hecha de “Titanic”, película de culto en este país. Otro gallo hubiera cantado si en lugar de Law se nos llega a plantar aquí la Winslet… Y hay que añadir que ya empezó a correr el rumor de que Kate y Jude son buenos amigos y que ella también se dejará caer por Kabul para apoyar la iniciativa del Día Mundial de la Paz. Ya veremos… pero normalmente, en Kabul,… cuando el río suena es porque agua lleva… 22 de julio de 2007 Queridos todos: Escribo desde Kabul. Llegué con 30 y hace poco cumplí 31. No aquí sino en Bali, Singapur y Nueva Delhi. Si señor! primer cumpleaños de mi vida que me dura 26horas y cuarto! No me puedo quejar por haber estado de aviones durante el día de mi cumpleaños ya que ello significaba estar de regreso de unas estupendas vacaciones en la mejor compañía, así que... Espero que el verano os este yendo bien, allá donde estéis. Por mi parte, en mi oficina estamos trabajando para que USAID nos apruebe un programa nuevo = mas financiación = puesto de trabajo asegurado. La situación se definirá en las dos próximas semanas. A ver que pasa! Independientemente de ello, a mi todavía me queda cuerda para pasar aquí como mínimo un año más. Leed la entrevista a Núria Fernández.
28 de septiembre 2006 -Recibido en octubre de 2006- Ariana Airlines, la compañía aérea nacional afgana dispone de un vuelo directo desde Urumuchi, capital de la provincia china de Xinjiang, a Kabul, capital de Afganistán. Aunque oficialmente y por razones de seguridad el personal de Naciones Unidas no puede volar con Ariana, la mayoría de los empleados de esta organización internacional se saltan esta estricta regla. Yo, que todavía no estoy sujeta a ninguna obligación profesional con ninguna organización que vele por mi seguridad, he viajado con Ariana (la cual, por cierto, tampoco reúne los criterios de seguridad de la UE) y, como me ocurrió la primera vez que partí hacia China, he sido “plenamente consciente” de que me trasladaba a otro país estando en el aeropuerto. Ahí es cuando, al hacer cola para el “check-in” uno espera su turno junto a nacionales afganos; algunas barbas largas, no muchas, y sólo un turbante tradicional pashtún, la etnia más numerosa del país (los talibanes, palabra literalmente “estudiante de la religión” pertenecen a esta etnia). Tres horas y media de vuelo. Tres horas y media de diferencia horaria con respecto a China. El vuelo pues despega y llega a su destino a la misma hora, curiosa manera de viajar en el sentido contrario a las agujas del reloj. En el aeropuerto de Kabul, dispersos a lo largo de la pista de aterrizaje una treintena de helicópteros militares y una veintena de aviones de doble hélice, normalmente utilizados para el transporte militar. Entre tanto artefacto militar, un avión de pasajeros con letras rojas anunciando el nombre de otra compañía que el personal de la ONU seguramente también tiene vetada: “Freedom Air”. En el edificio de la Terminal, un cartel azulado “Welcome to Kabul”, otros haciendo referencia a la “unidad nacional” y la “justicia social”. Durante la cena, según nos ha explicado Allan, australiano que trabaja para el Banco Asiático de Desarrollo y que visita el país regularmente, ha sido víctima por primera vez de un ejemplo de corrupción descarada a su llegada al aeropuerto: el propio jefe de personal le pidió dinero a cambio de poder abandonar el lugar con sus tres maletas A él también le consta que otros extranjeros han “perdido” sus teléfonos móviles y otros artilugios durante los controles de seguridad. La corrupción es uno de los cánceres de cualquier sociedad en vías de desarrollo y, por supuesto, en este sentido Afganistán no iba a ser menos. En la mayor parte de las ocasiones generada por los propios afganos; en otras, facilitada por los extranjeros que, en ocasiones, no quieren perder el tiempo esperando la llegada de su turno en la cola del control de pasaportes y prefieren entregarle 10 dólares al policía de turno, que les colará inmediatamente. En la entrada principal del aeropuerto, un gran cartel con la fotografía de Massoud (el comandante tajiko y líder de la Alianza del Norte, la mayor resistencia anti-talibán, que mantuvo su feudo en el valle del Panjir –Massoud tenía como sobrenombre el de “El león del Panjir”- libre de la presencia talibán durante los seis años, del 96 al 01, que éstos controlaron casi la totalidad del país- y, debajo de esta, la calificación de “héroe nacional”. Si Massoud fue o no un héroe nacional es algo que los propios afganos discuten; es acusado por muchos de ellos de haber perpetrado crímenes de guerra como cualquier señor de la guerra afgano más. El pasado 9 de septiembre hubo un atentado en el que perdieron la vida cuatro soldados americanos y dieciséis civiles afganos resultaron heridos en la plaza Massoud, cercana al aeropuerto en el camino de acceso a la ciudad de Kabul, en el centro de la cual se erige un monumento con su fotografía. La fecha y el lugar no eran casuales: Massoud murió asesinado por dos miembros de Al-Qaeda enviados por Bin Laden el 9 de septiembre de 2001, justo dos días antes de que cayeran las torres gemelas en la Gran Manzana, lo cual tampoco fue fruto del azar. Es mi primer día en Kabul. He visto a las primeras mujeres caminando debajo de sus burkas, pero me es grato decir que he visto a tantas con burka como a otras tantas sin él. Las calles y sus casas de adobe me recuerdan a Kashgar, antigua parada de la ruta de la seda al oeste de China, muy próxima a las fronteras con Tayikistán y Kyrgistán, lugar anclado en la Edad Media. No conozco la ciudad. Sólo mi calle, algunos de los guardas de las casas vecinas y el restaurante libanés, en el que sirven excelente comida y pollo importado de Dubai, de la esquina. Pero he conocido mi nueva casa; he abierto mi violín, que me esperaba aquí enfundado; he tocado en el jardín –un jardín con rosas y dos pequeñas buganvilla-; he colocado algunas de mis cosas en mi nuevo cuarto, un cuarto que por primera vez en la vida voy a compartir con otra persona. Me siento bien aquí, pero soy consciente de que todavía no conozco el lugar. También soy consciente de que vengo mentalmente preparada para estar aquí. Estoy ilusionada. Os mando un abrazo a todos, esta vez, desde Afganistán. 30 de septiembre 2006 Cuando los extranjeros que viven en Kabul quieren ir de compras tienen dos posibilidades: acudir a los mercados y tiendecitas de la ciudad, donde también compran los afganos o recurrir a los supermercados internacionales. Esta mañana, Lawrence y yo hemos hecho la ruta del bacalao de las tiendas para expatriados y nos hemos alejado del centro de la ciudad unos dos kilómetros tomando la Jalalabad Road. A lado y lado de la carretera de asfalto imperfecto, tiendecitas diversas, desde aquella donde comprar verduras hasta aquellas donde se encuentran contenedores y recipientes de plástico, pasando por la del tipo que repara bicicletas. Camiones decorados con pinturas y vivos colores que provienen de Pakistán, hombres en bicicleta, taxis kabuleños amarillos y blancos, un señor con un camello y de vez en cuando, algún automóvil con la grafía “UN”, transitan la carretera. Hasta aquí lo que el ojo ve, después, detrás de los muros de cemento coronados por alambre espino, las empalizadas y las piezas trapezoidales de cemento armado, lo que el ojo no ve: las tiendas internacionales. Para acceder a éstas hay que pasar un control de seguridad: mostrar IDs o pasaportes para entrar, y esperar a que los guardias rastreen los bajos del coche para poder entrar en el recinto. Una vez dentro, oh sorpresa! (aunque una sepa lo que la espera dentro no ha dejado de sorprenderme), un supermercado con artículos importados, como si de un Caprabo de la calle Caspe se tratara. Además de la típica cesta de la compra, uno también puede encontrar botas Timberland para el frío invierno o chaquetas Goretex al módico precio de 147 dólares (sí, creo que esperaré a volver a Beijing en noviembre para comprarme uno allí por 9 euros…). Y ahí es donde radica la diferencia con el Caprabo de Barna, claro, en los precios. Aquí puedes comprar desde alcachofas congeladas hasta un i-pod si pagas por ello bastante más caro. Ah amigo… traer las cosas desde tan lejos tiene un precio!. Entre las compras de hoy para llenar despensa y congelador al también módico precio de 200 dólares y lo que pagamos ayer en el Atmosphere por dos brunch -25 dólares-, me ha vuelto a quedar bien claro que vivir en Beijing supone un gran alivio para los bolsillos!.Hoy tocaba ir de compras así que también me he hecho con una tarjeta SIM nacional. Os paso el número por si alguien se atreviera a darme un telefonazo (desde el despacho, claro, que pague el jefe!): 0093- 797 103 094. Con esto, os dejo hasta que tenga alguna más impresión más que compartir, lo cual no será pronto porque aquí y ahora me toca llevar una vida pausada. 2 de octubre 2006 La ciudad va dibujándose ante mis ojos poco a poco. En los cuatro días que llevo aquí sólo había visto el barrio diplomático en el que vivo, donde ricos afganos tienen casas que alquilan a extranjeros por 2.500 $ o 3.000 $ al mes. Casi cada casa tiene sus guardias de seguridad en la puerta, con una caseta de madera de unos dos metros cuadrados donde éstos tienen un camastro, alguna silla, su fogoncillo y su tetera. Desde la calle uno puede ver el primer piso de las casas, pero no las plantas bajas, éstas quedan escondidas detrás de los muros de cemento y los alambres de espino. Son casas grandes, de dos plantas, normalmente con un jardín en la parte trasera. Supongo que el único lujo que les falta es electricidad las 24 horas del día. Un generador en el jardín es la alternativa cuando el “city power” deja de funcionar a las diez y media de la noche, tras haber proporcionado 5 horas de electricidad. Hoy he visto más de Kabul porque he atravesado buena parte de la ciudad para llegar al campus de la Universidad de Kabul. Casualidades de la vida: en el vuelo que Lawrence tomó hace dos semanas para ir a China conoció a Hedayat. Hedayat solía dedicarse a dar clases de español en el Departamento de Español de la Universidad de Kabul hasta que decidió dedicarse a su negocio de ropa para niños a tiempo completo, motivo por el cual se desplaza a China o Pakistán cada mes o mes y medio. Hoy Hedayat me ha presentado a tres de los cinco profesores que componen el departamento: al Decano de la Facultad y también profesor de español y a dos jóvenes profesores, una mujer y un hombre joven que se graduó en la primera promoción después de que el departamento volviera a funcionar después de la caída del régimen Talibán en 2001. El Decano me explicaba que el departamento se creó en el año 79, con la invasión soviética y el gobierno comunista afgano del Nayibullá, cuando las relaciones con Cuba alcanzaron su punto álgido, con profesores cubanos visitando Kabul y trabajando aquí y afganos yendo a Cuba, como el propio Decano, que pasó allí varios meses. Con la expulsión de los soviéticos de Afganistán en el 89, llegó la guerra civil y se terminaron las buenas relaciones con Cuba. La lengua española se resintió. Bromeaba el Decano que cuando reabrieron el Departamento apenas hace 5 años, casi todos ellos habían olvidado cómo hablar castellano. Desde el desembarco de la Comunidad Internacional y las tropas de la ISAF (Internacional Security Asistance Force), los pocos profesores de la Universidad de Kabul han contado con la ayuda de algunos militares españoles, que han donado libros o incluso están impartiendo clases de Historia de España. Yo también me he ofrecido voluntaria. A partir del jueves me toca dar clase de Literatura española a los estudiantes de tercer año y de Literatura hispanoamericana a los de cuarto. A cambio, disponiendo de la hora y media de descanso entre un curso y otro, Shukria, la profesora que he conocido hoy, me ayudará con el aprendizaje del Dari (el dari es la lengua franca y una de las dos más habladas del país; se trata de una versión algo más arcaica del Farsi o persa que se habla en Irán). Creo que esta es una oportunidad perfecta para poder conocer a jóvenes universitarios afganos, para quizás hacer alguna amistad con afganos y romper así el círculo puramente expatriado. De regreso a casa, sentada en el asiento trasero de un“safe taxi”, ante mis ojos el Kabul de la Edad Media, las similitudes con el Kashgar chino: casas de adobe y barro dispersadas en las laderas de las colinas que rodean toda la ciudad. Sin agua corriente, sin electricidad –(“Depressingly, fewer than one in ten of the Afghans has access to electricity, just as in Taliban times”. The Economist, Sept. 9th-15th 2006)-, color de barro, se confunden con el color de las peladas colinas sobre las que se levantan. No sé si algún día podré pasearme por esas callejuelas y caminar por las escaleras laberínticas que deben recorrer esos barrios. ¿Quizás si me lleva algún futuro amigo afgano?... De momento sólo he paseado por las calles de mi barrio. Aunque no es una práctica común entre los expatriados, a Lawrence le gusta dar un paseo vespertino. Todos los guardas del barrio le conocen e imitan sus ejercicios de tai-chi cuando le ven. Con él puedo pasear, sola no. De momento, sé que llevo poco tiempo aquí, estas restricciones por motivos de seguridad no me afectan. También creo que la libertad es algo psicológico: mis movimientos pueden estar restringidos pero mientras sepa crear un espacio de libertad en casa y entre mi y Lawrence, estoy segura de que todo irá bien.
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